El predicador y la oración

La oración es el motor de la predicación antes, durante y después de exponerla a los oyentes. Para hablar a los hombres de Dios es imprescindible hablar antes a Dios de los hombres. La oración resta protagonismo al hombre y la devuelve a quien verdaderamente le corresponde, a Dios.

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El Poder Transformador de la Oración en la Predicación

La oración es, sin lugar a dudas, el motor principal de toda buena predicación. No es únicamente un acto espiritual, sino también el vínculo que prepara al espíritu para transmitir y recibir el mensaje divino. Este proceso comienza mucho antes de dirigirse a los oyentes y continúa durante y después del momento de predicar. En este sentido, la oración no solo organiza las ideas del predicador, sino que alinea corazones y propósitos, siempre devolviendo toda gloria y protagonismo a Dios.

Hablar a Dios Antes de Hablar a los Hombres

Para llevar un mensaje auténtico y transformador a los hombres, primero debemos hacer una conexión profunda con Dios. Por medio de la oración, el predicador no solo busca fortaleza, sino también guía y claridad en su propósito. Este diálogo espiritual es indispensable para transmitir un mensaje que no solo impacte intelectualmente, sino que penetre en el alma de los oyentes. Como resultado, el mensaje se convierte en una herramienta de transformación, basada en la sabiduría y dirección divina.

La Oración Libera el Protagonismo y Lo Devuelve a Dios

Una de las mayores virtudes de la oración es su capacidad para desplazar el protagonismo humano y devolverlo al lugar donde realmente pertenece: a Dios. Cuando el predicador se centra en la oración, se aparta de deseos personales o egoísticos, dejando que el mensaje refleje la verdadera esencia del Evangelio. Este acto de humildad asegura que la predicación no sea un simple discurso humano, sino una manifestación del poder y la verdad que provienen directamente de Dios.

Conclusion: La Oración Como Eje Central de la Predicación

En resumen, la oración no es solo un complemento de la predicación; es su núcleo. Es el medio por el cual el predicador se prepara espiritualmente, conecta con los oyentes y glorifica a Dios. Desde el principio hasta el final, la oración guía cada aspecto de una predicación efectiva, asegurando que quien escucha no reciba al hombre, sino al mensaje divino. Para hablar con poder y conexión espiritual, primero debemos entrar en diálogo profundo con Dios. Solo así, el propósito de la predicación puede ser plenamente alcanzado.

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